domingo, 29 de enero de 2012

A la desesperada

Cada vez que me ducho con agua caliente,
o voy en mi coche,
o abro la nevera llena de comida;
cada vez que paseo por el barrio
saludando a los vecinos,
o cuando enfermo voy al médico,
o necesito a un policía,
o un bombero,
o abro el grifo para llenar el vaso de agua,
Recuerdo como vivían mis padres:
cuando eran pequeños
pasaba un hombre vendiendo agua,
el water estaba en el corral, o en la cuadra,
al médico tenías que pagarle, o seguías enfermo,
la policía daba miedo,
el agua para lavarse salía del pozo, o de una fuente cercana,
había una bombilla por cada casa,
Cuando comparo como he vivido,
como han vivido mis padres,
y el destino lógico que nos espera,
a mi madre, a mi, y a mi hija,
me azota un miedo
que raya en inconsolable pena.

Por eso ahora
viajo en bici, o en transportes limpios,
utilizo el agua necesaria,
apago las luces,
me alegro de tener médicos cerca,
admiro a policías y bomberos,
ayudo a mis vecinos,

Todo con tal de que mi hija
disfrute de este mundo,
como yo lo he disfrutado.
Es mi intento a la desesperada

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